La sociedad del siglo XXI: ¿Hacía un mundo más hipócrita?

 


Desde la concepción de la vida en este planeta, cada especie ha ido desarrollando sus propias estrategias de supervivencia: desde las primeras bacterias (según una de las teorías más populares para explicar el origen de la vida primitiva), los virus y posteriormente, los seres pluricelulares. Plantas, animales, hongos, cada uno en su ambiente y con sus adversidades pudo subsistir a su modo, ya sea desarrollando venenos para defenderse de sus depredadores, adaptándose al clima y elementos del entorno y principalmente evolucionando.

Algunas cientificos teorizan que la vida provino de bacterias.
Algunas científicos teorizan que la vida provino de bacterias.

Esto mismo le paso al homo sapiens un homínido que después de cientos de años y de un largo proceso de cambios, se convirtió en lo que es hoy: el único ser hasta ahora que es capaz de razonar y que no vive atado a sus instintos primitivos, si no que ha desarrollado un sistema más complejo gracias a su cerebro: más avanzado que cualquiera de sus semejantes en el mundo animal y lo que lo llevo a la eventual conquista del planeta en donde apareció: la Tierra.

Hemos sido incluso considerados como la máquina perfecta, capaz de regenerarse, de descubrir el mundo microscópico y con ello, hacerle la guerra a enfermedades, hemos dominado la energía atómica y pisado nuestro satélite, además de poner nuestros ojos sobre estrellas tan lejanas que solo la ciencia ficción habría podido describir sin estos hallazgos.  

Todo esto claro, se ha logrado a base de diversos ingredientes y eventos, algunos más amargos que otros: las guerras, los experimentos a veces considerados algo negativo por creencias morales o religiosas, y en parte por los cambios sociales de una sociedad donde, desde la misma naturaleza, se nos dictaminó que cosas debíamos hacer o no, según el rol adoptado en nuestras antiguas civilizaciones.

La pandemia actual recuerda a la ocurrida en 1918 con un brote de Influenza que se extendió al termino de la Segunda Guerra. En la imagen se aprecia un memorial a las victimas de aquellos tiempos.
La pandemia actual recuerda a la ocurrida en 1918 con un brote de Influenza que se extendió al termino de la Primera Guerra. En la imagen se aprecia un memorial a las victimas de aquellos tiempos.

Hoy en día, el mundo aún no ha dejado de ser hostil: nos enfrentamos a una era que tiende a ser apocalíptica. Con una pandemia mundial como no se había visto en 102 años, cientos de manifestaciones por inconformidades en todas partes del mundo (algunas con motivaciones más acertadas y lógicas  tales como la violencia o la injusticia y otras como mero golpe ideológico cabe recalcar), una crisis económica que ya se venia gestando desde hace años, un planeta con cada vez menos recursos, sobre población y siendo la depresión una de las enfermedades más frecuentes en este periodo huelga decir… ¿Qué estamos haciendo mal?

La incongruencia es parte no solo del ser humano, si no también de la naturaleza misma. De hecho, la lógica es una manera que el ser humano ideó para poder explicar muchos fenómenos de su entorno, algo que si bien, le ha ayudado a sobrevivir, cuando la trasladamos al mundo real, contando todas sus variables la situación no es tan sencilla.

Teniendo la tecnología y la ciencia de nuestro lado, y, salvo por excepciones muy especificas una cierta libertad. ¿Por qué no somos mas felices?

Factores como el desempleo, la desigualdad  de clases, las malas administraciones y la violencia se han vuelto el pan de cada día, algo que lejos de sorprender, muchas veces ni siquiera causa una pizca de indignación.

¿Realmente todos los problemas tienen solución? En lo personal, creo que sí. Pero algunos, son más complejos que otros. Se ha popularizado el sentimiento de independencia y empoderamiento como una manera de alzarse frente al yugo de la opresión en distintos ámbitos. Lo que en un comienzo era una lucha por la aceptación, el día de hoy parece en muchos sentidos más que una guerra por ver quien puede más, quien necesita menos de quien.

Es así, que hoy podemos ver a potencias generando conflictos innecesarios, nada nuevo en verdad. Pero pecaría de subestimar a la humanidad si digo que el ser humano no aprende, claro que lo hace: antes, las guerras se libraban con armamento y mermaban una buena cantidad de la población. Hombres y jóvenes tenían que ir a jugarse la vida por la nación, porque su líder les ordeno y la idea de un enemigo que quería destruirlos creaba esa sensación de que la mejor defensa era el ataque.

Las guerras fueron parte importante para el desarrollo de la historia como la conocemos. En la imagen se aprecian a algunos de los líderes más importantes del siglo XX.
Las guerras fueron parte importante para el desarrollo de la historia como la conocemos. En la imagen se aprecian a algunos de los líderes más importantes del siglo XX. 

Al final, se tenían desconocidos atacando a otros desconocidos, padres contra padres, trabajadores contra trabajadores, mientras los cabecillas de aquellos ejércitos planeaban desde lo alto su siguiente golpe y veían caer a sus fuerzas como si fueran peones en un tablero de ajedrez: las muertes eran un número más, que se honraban al termino del conflicto como supuestos héroes ante los ojos de unos y violentos asesinos ante otros, pero que al final quedaban ahí; la historia no trascendía más allá de una figura histórica que fue relevante por arrebatarle a otros algo pero bien dicen que en la guerra no hay buenos ni malos, solo muertos.

Hoy dichas estrategias han evolucionado: las guerras son ahora cibernéticas y comerciales y aunque en ciertas partes del mundo aún se libran con armamento, los ataques nucleares son, en parte por el miedo y sus consecuencias a nivel planetario (véase: Invierno nuclear por ejemplo), algo un tanto anticuado.

Podemos decir pues, que tanto el rechazo como la necesidad de sentirse querido son algo que esta escrito en nuestra historia, y debajo de la capa de moralidad en la que se ha impreso nuestra sociedad con el pasar de las décadas, nos hemos encaminado hacía una sociedad más hipócrita, que, lejos de buscar reconocer las diferencias que existen y de hacer de ellas algo que no represente un tabú, se ha centrado en generar una falsa sensación de aceptación y homogeneidad en la que todos son iguales mediante la mal llamada discriminación positiva que al final de cuentas es eso, más discriminación.

Las brechas generacionales suelen ser causa de conflictos de pensamiento, pero también influyen en las acciones del futuro y su repercusión.


Así pues, el mundo parece sufrir transformaciones pero que conservan la esencia del pasado: para muchos, la época a la que pertenecen es la mejor mientras que otros, contentos con la modernidad sin saber lo que conlleva, rechazan su pasado. La tolerancia es una de las palabras más sonadas en este siglo, pero su significado ha sido distorsionado a medida y la imposición de nuevas ideas se da en silencio y de manera relativamente “amigable”.

Si bien el contexto ha transformado el mundo es prudente preguntarse… ¿realmente el mundo y el humano están cambiando, o solamente es una versión moderna de eventos que ya habían tenido lugar, como si de un ciclo que se repite se tratase?

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